principios
ambientales de Barry Commoner
Barry Commoner es un profesor universitario
excepcional. Commoner ha hecho varios de los aportes más originales al
conocimiento de la problemática ambiental moderna. Mucho antes de que se hablara
de desarrollo sostenible, fue uno de los primeros grandes críticos del
desarrollo tecnológico de este siglo, pero también un gran conceptualizador de
la integración entre la ecología -que en aquel entonces estudiaba
principalmente los ambientes naturales- y los problemas ambientales generados
en los ambientes construidos por el hombre.
Correspondió a Rachel Carson dar la voz de alarma en su famoso libro "La
Primavera Silenciosa" (1962) varios años antes de que Barry Commoner publicara "El
Círculo que se Cierra". Sin embargo fue en este libro donde Commoner expuso en 1972 lo que
probablemente sigue siendo la explicación más lúcida del impacto de las
actividades del hombre en la ecosfera, que es la capa vital del planeta, con
sus complejas e infinitas interrelaciones entre los seres vivos que la pueblan
y entre éstos y su habitat. Pero sobre todo, este investigador todavía activo,
dejó muy claras las causas directas del deterioro ambiental y supo asociarlas
con sus implicaciones sociales, económicas y políticas. La asociación más
contundente y directa fue con la industria moderna y las características
particulares que le han impreso la lógica del mercado y la falta de democracia,
que van de la mano de los descubrimientos científicos y tecnológicos que alimentaron
dicha industria.
En esta ocasión sólo quiero comentar lo que Commoner llamó las cuatro
"leyes" o principios de la ecología, pensados sobre todo en relación
con lo que la gente, en aquel tiempo, parecía no entender. Lo grave es que,
según mi experiencia, esta falta de entendimiento sigue ocurriendo, sobre todo
en el caso de la inmensa mayoría de las personas que tienen una responsabilidad
institucional. A continuación comento a mi manera estos cuatro principios,
incluyendo información y conceptos que se han generado en los 26 años
transcurridos desde entonces y que refuerzan la importancia de estos
principios:
1.- TODO ESTÁ RELACIONADO CON TODO LO DEMÁS
La naturaleza es compleja y funciona a través de un
sinnúmero de ciclos interrelacionados que nutren toda su dinámica, le
dan estabilidad y hacen que todo sirva para algo. En la naturaleza no
existe el concepto de desecho, mientras que en los procesos industriales sí.
Éstos son lineales, son impositivos, no cumplen una función en los ciclos
naturales, sino que los perturban y generan deterioro y contaminación. Apenas
ahora, tibiamente y con desgano, como no queriendo tomarlo en cuenta, se están
elaborando evaluaciones de impacto ambiental para tratar de entender estos
efectos antes de iniciar un proyecto productivo. Pero frecuentemente esto se
reduce a hacer las cosas como siempre o casi como siempre, y viendo cómo
ponemos parches por aquí y por allá. Seguimos siendo incapaces de sustituir la
soberbia y los intereses particulares con la prevención.
2.- TODO DEBE IR A TODAS PARTES
Durante mucho tiempo se quiso pensar y actuar como
si las descargas, emisiones y residuos desaparecieran por arte de magia.
Después se pasó a reconocer que sí se incorporaban al ambiente, pero se suponía
que se diluían de tal manera que su amenaza desaparecía. Se decía que "the solution to pollution is dilution",
esto es, que la solución a la contaminación es la dilución. Mucha gente aún
quiere pensar así, y actuar como si esto fuera cierto, a pesar de que las
evidencias dan ejemplo tras ejemplo de lo contrario: el recalentamiento del
planeta por la acumulación de gases de invernadero; la gradual desaparición de
la capa de ozono por la acumulación de clorofluorocarbonos en la atmósfera (con
el último incremento anual, el agujero de ozono llegó a los 27 millones de
kilómetros cuadrados, trece veces y medio el territorio nacional); la
acumulación de sustancias tóxicas en los ríos, lagos y mares, en el aire y en
los suelos; la lluvia ácida que se genera por la acumulación de gases en la
atmósfera (SO2, NOx) y que acidifica lagos y suelos; el "smog"
fotoquímico por acumulación de hidrocarburos, dióxidos de nitrógeno y otros en
el aire urbano, y de todo esto, daño y acumulación en los seres vivos.
Sumemos a esto la acumulación al deterioro
ambiental: pérdida de suelos; pérdida de bosques y otros ecosistemas naturales;
pérdida de biodiversidad, esto es, de especies animales y vegetales que se han
extinguido por acción del hombre y que jamás volverán a existir. Esta
contaminación y deterioro son, casi todos y en un grado importante,
irreversibles.
3.- LA NATURALEZA SABE LO QUE HACE
El hombre dijo que dominaría la naturaleza y en
esta lucha de poder y antagonismo -así lo planteó el hombre- quien ha vencido
es la naturaleza. Porque si el hombre deteriora la ecosfera a tal grado que no
pueda sostener la vida humana (y otras formas de vida, como ya ha sucedido), la
especie humana desaparecerá del planeta, pero la ecosfera recuperaría su salud
en algunos millones o miles de millones de años para seguir su vida sin
nosotros o nuestros descendientes. Tenemos que tornar a una forma más sabia de
producción y de convivencia entre nosotros y en la ecosfera. Una forma más
sensible, compleja y simbiótica con respecto al resto de la naturaleza.
4.- NO EXISTE NADA QUE NO TENGA UN COSTO
Cualquier actividad que desarrollemos sobre la
tierra para nuestro sustento, bienestar o capricho, tiene un costo. Esto
también se ha tratado de ignorar. El resultado es que los costos ambientales no
los paga quien los produce, sino que se repercuten a todos en general y a
quienes resultan directamente afectados en particular. Inclusive se han dicho
frases tan necias como "la contaminación somos todos" que sólo tratan
de enmascarar las verdaderas responsabilidades.
Gran parte de nuestras actividades productivas de
la tecnología moderna serían antieconómicas si los costos ambientales se
interiorizaran, a más de que muchos de estos costos ambientales son impagables:
la pérdida de suelos agrícolas, la contaminación irreversible de los mares, el
sufrimiento de la gente dañada con enfermedades etc. Por ejemplo, Barry Commoner calcula que si la
industria química de los Estados Unidos hubiera tenido que pagar la destrucción
de todas las sustancias tóxicas que produjo en 1990, habría pagado un monto
diez veces mayor que sus propias utilidades. Es decir la industria química de
los EUA habría sido incosteable si esta hubiera cumplido sus obligaciones
ambientales.
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