sábado, 23 de junio de 2012


principios ambientales de Barry Commoner

Barry Commoner es un profesor universitario excepcional. Commoner ha hecho varios de los aportes más originales al conocimiento de la problemática ambiental moderna. Mucho antes de que se hablara de desarrollo sostenible, fue uno de los primeros grandes críticos del desarrollo tecnológico de este siglo, pero también un gran conceptualizador de la integración entre la ecología -que en aquel entonces estudiaba principalmente los ambientes naturales- y los problemas ambientales generados en los ambientes construidos por el hombre.

Correspondió a Rachel Carson dar la voz de alarma en su famoso libro "La Primavera Silenciosa" (1962) varios años antes de que Barry Commoner publicara "El Círculo que se Cierra". Sin embargo fue en este libro donde Commoner expuso en 1972 lo que probablemente sigue siendo la explicación más lúcida del impacto de las actividades del hombre en la ecosfera, que es la capa vital del planeta, con sus complejas e infinitas interrelaciones entre los seres vivos que la pueblan y entre éstos y su habitat. Pero sobre todo, este investigador todavía activo, dejó muy claras las causas directas del deterioro ambiental y supo asociarlas con sus implicaciones sociales, económicas y políticas. La asociación más contundente y directa fue con la industria moderna y las características particulares que le han impreso la lógica del mercado y la falta de democracia, que van de la mano de los descubrimientos científicos y tecnológicos que alimentaron dicha industria.

En esta ocasión sólo quiero comentar lo que Commoner llamó las cuatro "leyes" o principios de la ecología, pensados sobre todo en relación con lo que la gente, en aquel tiempo, parecía no entender. Lo grave es que, según mi experiencia, esta falta de entendimiento sigue ocurriendo, sobre todo en el caso de la inmensa mayoría de las personas que tienen una responsabilidad institucional. A continuación comento a mi manera estos cuatro principios, incluyendo información y conceptos que se han generado en los 26 años transcurridos desde entonces y que refuerzan la importancia de estos principios:

1.- TODO ESTÁ RELACIONADO CON TODO LO DEMÁS
La naturaleza es compleja y funciona a través de un sinnúmero de ciclos interrelacionados que nutren toda su dinámica, le dan estabilidad y hacen que todo sirva para algo. En la naturaleza no existe el concepto de desecho, mientras que en los procesos industriales sí. Éstos son lineales, son impositivos, no cumplen una función en los ciclos naturales, sino que los perturban y generan deterioro y contaminación. Apenas ahora, tibiamente y con desgano, como no queriendo tomarlo en cuenta, se están elaborando evaluaciones de impacto ambiental para tratar de entender estos efectos antes de iniciar un proyecto productivo. Pero frecuentemente esto se reduce a hacer las cosas como siempre o casi como siempre, y viendo cómo ponemos parches por aquí y por allá. Seguimos siendo incapaces de sustituir la soberbia y los intereses particulares con la prevención.

2.- TODO DEBE IR A TODAS PARTES
Durante mucho tiempo se quiso pensar y actuar como si las descargas, emisiones y residuos desaparecieran por arte de magia. Después se pasó a reconocer que sí se incorporaban al ambiente, pero se suponía que se diluían de tal manera que su amenaza desaparecía. Se decía que "the solution to pollution is dilution", esto es, que la solución a la contaminación es la dilución. Mucha gente aún quiere pensar así, y actuar como si esto fuera cierto, a pesar de que las evidencias dan ejemplo tras ejemplo de lo contrario: el recalentamiento del planeta por la acumulación de gases de invernadero; la gradual desaparición de la capa de ozono por la acumulación de clorofluorocarbonos en la atmósfera (con el último incremento anual, el agujero de ozono llegó a los 27 millones de kilómetros cuadrados, trece veces y medio el territorio nacional); la acumulación de sustancias tóxicas en los ríos, lagos y mares, en el aire y en los suelos; la lluvia ácida que se genera por la acumulación de gases en la atmósfera (SO2, NOx) y que acidifica lagos y suelos; el "smog" fotoquímico por acumulación de hidrocarburos, dióxidos de nitrógeno y otros en el aire urbano, y de todo esto, daño y acumulación en los seres vivos.

Sumemos a esto la acumulación al deterioro ambiental: pérdida de suelos; pérdida de bosques y otros ecosistemas naturales; pérdida de biodiversidad, esto es, de especies animales y vegetales que se han extinguido por acción del hombre y que jamás volverán a existir. Esta contaminación y deterioro son, casi todos y en un grado importante, irreversibles.

3.- LA NATURALEZA SABE LO QUE HACE
El hombre dijo que dominaría la naturaleza y en esta lucha de poder y antagonismo -así lo planteó el hombre- quien ha vencido es la naturaleza. Porque si el hombre deteriora la ecosfera a tal grado que no pueda sostener la vida humana (y otras formas de vida, como ya ha sucedido), la especie humana desaparecerá del planeta, pero la ecosfera recuperaría su salud en algunos millones o miles de millones de años para seguir su vida sin nosotros o nuestros descendientes. Tenemos que tornar a una forma más sabia de producción y de convivencia entre nosotros y en la ecosfera. Una forma más sensible, compleja y simbiótica con respecto al resto de la naturaleza.

4.- NO EXISTE NADA QUE NO TENGA UN COSTO
Cualquier actividad que desarrollemos sobre la tierra para nuestro sustento, bienestar o capricho, tiene un costo. Esto también se ha tratado de ignorar. El resultado es que los costos ambientales no los paga quien los produce, sino que se repercuten a todos en general y a quienes resultan directamente afectados en particular. Inclusive se han dicho frases tan necias como "la contaminación somos todos" que sólo tratan de enmascarar las verdaderas responsabilidades.

Gran parte de nuestras actividades productivas de la tecnología moderna serían antieconómicas si los costos ambientales se interiorizaran, a más de que muchos de estos costos ambientales son impagables: la pérdida de suelos agrícolas, la contaminación irreversible de los mares, el sufrimiento de la gente dañada con enfermedades etc. Por ejemplo, Barry Commoner calcula que si la industria química de los Estados Unidos hubiera tenido que pagar la destrucción de todas las sustancias tóxicas que produjo en 1990, habría pagado un monto diez veces mayor que sus propias utilidades. Es decir la industria química de los EUA habría sido incosteable si esta hubiera cumplido sus obligaciones ambientales.

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